Madre pensó que se sentía mal por ansiedad y beber alcohol pero resultó ser un tumor
Una madre fue recetada con medicamentos para la ansiedad y depresión y fue señalada como alcohólica, pero su diagnóstico resultó ser un tumor.
Una mujer pensó que la ansiedad y el consumo de bebidas alcohólicas estaban afectando su salud, sin embargo, la causa de sus síntomas resultó ser un tumor del tamaño de un melocotón.
Brandie Boyd Meyer llegó un día a su trabajo y le dijo a su asistente que le dolía mucho la cabeza. Tras varios descansos en "la sala de bienestar" de su empresa, sus compañeros mencionaron que el consumo de alcohol se había salido de control, se detalló en un artículo de The Washington Post.
En ese entonces, la mujer tenía 35 años y había luchado contra la ansiedad que desarrolló tras el nacimiento de su hijo. Después presentó ataques de pánico y luego un diagnóstico de trastorno por consumo de alcohol y a pesar de tomar medicamentos, meses de terapia y reuniones con Alcohólicos Anónimos, Brandie estaba empeorando.
El matrimonio de la ejecutiva de atención médica de Dallas se estaba desmoronando y al mismo tiempo estaba luchando en su trabajo, pues esa tarde de 2019, su asistente y un colega la sacaron a empujones del edificio, la llevaron a su casa y llamaron a Andrew, su esposo.
Cuando el hombre llegó a su hogar, encontró a Brandie acostada en posición fetal en su cama, con su hijo de 3 años acurrucado encima de ella dormido. Él asumió que se había desmayado de borracha y terminó en una sala de emergencias después de un episodio en medio de la noche.
Tras varios señalamientos sobre la situación de Meyer, estos solo retrasaron el diagnóstico correcto de la madre y trabajadora.
PRESENTÓ SÍNTOMAS EN SU EMBARAZO PERO NO DIJO NADA
De acuerdo con el medio, Brandie se sintió temblorosa y "fuera de sí" cuando se encontraba en el primer trimestre de su embarazo, a fines de 2015. Ella pensó que se debía a la etapa de gestación o a que tenía un nivel bajo de azúcar, pero este malestar no desapareció hasta después del nacimiento de su hijo a mediados de 2016.
Meyer no le comentó nada de lo que experimentó a su doctor porque le parecía que no era importante. Además, dijo que tenía otras preocupaciones como el hecho de que su esposo viajara con frecuencia y que ella era una madre primeriza que se sentía como un fracaso.
En ese entonces, se basó en las descripciones de sus amigos sobre sus problemas y concluyó que sufría ansiedad. Le comentó a su médico y él le ordenó que se hiciera pruebas para revisar su tiroides, pero los análisis salieron normales y le recetaron un medicamento para la depresión y la ansiedad.
A pesar de usar el fármaco durante varios meses, Meyer no se sintió mejor y programó una cita con un psiquiatra, quien le recetó un segundo antidepresivo y después otro más. Ella los tomó, pero no tuvo mejoría.
Para ese entonces ya se sentía crónicamente cansada y tenía problemas para lidiar con su hijo, un niño con mucha energía y muy hablador. Además, estaba preocupada por algo más: Su manera de beber, pues cuando se dormía su hijo, ella bebía vino mientras hablaba por teléfono con su esposo que estaba fuera de la ciudad por trabajo.
TUVO QUE IR A ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS
A menudo no recordaba los detalles de la conversación o que habían tenía una conversación... Pasó suficientes veces que él y yo nos preocupamos de que tal vez estaba bebiendo más de lo que pensaba".
Al pasar esto, decidieron que su pérdida de memoria se debía a un problema con la bebida y Meyer concluyó que utilizaba el alcohol para medicar su ansiedad.
A Brandie la señalaron como alcohólica y esa conclusión se destacó en sus registros médicos, por lo que tuvo que ver a un trabajador social para tener sesiones de terapia y en 2019 le confirmaron sus diagnósticos de ansiedad y problema de alcohol, por lo que comenzó a ir a Alcohólicos Anónimos, un espacio que resultó "seguro" para ella al poder hablar de cosas que le parecían locas y que ella atribuía a la bebida.
Pese a todo lo que hacía, la salud de Brandie seguía deteriorándose y comenzó a tener convulsiones, aunque no las reconocían como tales.
Después de varios incidentes, su esposo llamó al 911 el día que la encontró en la cama acostada con su hijo. La llevaron a emergencias y fue entonces que una tomografía computarizada de la cabeza de Meyer mostró que tenía un tumor del tamaño de un melocotón, el cual había invadido los lóbulos frontales de su cerebro.
Eso estaba causando cambios cognitivos y de personalidad en Brandie. También era la causa de las convulsiones cada vez más graves que estaba sufriendo.
Debido al tamaño, los doctores sospecharon que se trataba de un agresivo cáncer y le dijeron a su esposo que solo podría sobrevivir unos meses.
Meyer fue trasladada al UT Southwestern Medical Center en Dallas y ahí determinaron que su tumor era un oligodendroglioma, un raro cáncer que ataca al cerebro y la médula espinal y afecta principalmente a los adultos, según Mayo Clinic.
A la madre y esposa le dijeron que su tumor podría haber estado presente durante al menos 10 años y determinaron que su caso era de bajo grado, así que los cirujanos pudieron extirpar alrededor del 75% del mismo.
Varias semanas después de la operación, Meyer informó que su capacidad cognitiva, memoria y calidad de vida mejorar de forma significativa y participó en un grupo de apoyo contra el cáncer para personas menores de 40 años y ha conocido a una mejor de su iglesia con el mismo tumor que ella, el cual se caracteriza por síntomas como vómitos, dolores de cabeza, pérdida de memoria, convulsiones, entre otras señales que pueden variar según el tamaño, ubicación y velocidad de crecimiento.
En diciembre de 2020 Brandie dio a luz a su segundo hijo y dijo que hizo las paces con su diagnóstico, pues siempre será una paciente con cáncer y reconoció que descubrir que estaba mal después de su primer bebé, le habría ahorrado mucha angustia y estrés.
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