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Salud Mental

¿Perfeccionista patológico? Cuando no te permites cometer errores

Expertos recomiendan utilizar los errores como parte de un aprendizaje que ayuda a conseguir un mayor crecimiento tanto humano como profesional, limitar el tiempo empleado en alcanzar la perfección, ya que así se puede dedicar más tiempo al ocio y las actividades placenteras.

Mundo Sano

El perfeccionismo rígido se origina en un deseo de mejora que es saludable y constructivo en sí mismo, pero que se vuelve problemático al combinarse con el afán por alcanzar metas demasiado elevadas.(Pixabay)

El perfeccionismo rígido se origina en un deseo de mejora que es saludable y constructivo en sí mismo, pero que se vuelve problemático al combinarse con el afán por alcanzar metas demasiado elevadas. | Pixabay

Los fanáticos de la exquisitez intentan siempre alcanzar las metas más elevadas, no cometer errores, conseguir todo lo que se proponen, satisfacer las expectativas ajenas, lograr que los demás actúen como ellos, hacer todo mejor y rápido.

Paradójicamente sólo consiguen sufrir y limitar su vida, porque quieren ser casi como dioses y no se atreven a ser unos simples seres humanos.

En una fábula de Samaniego llamada "El ciervo en la Fuente", este animal contempla su reflejo en un manantial, embelesado con su cornamenta y sus ramificaciones, pero se lamenta por no tener unas extremidades más bellas y proporcionadas, en lugar de las largas, delgadas y huesudas que tiene. 

Mientras se lamenta de su "imperfección" ve que se acerca un fiero lebrel, ante lo cual sale huyendo hacia el bosque para evitar ser devorado. Sus bellos y curvilíneos cuernos le juegan una mala pasada, enredándose entre las ramas, pero casi a punto de caer en las fauces de su atacante y de la muerte, consigue escapar raudo y veloz, gracias a sus delgadas, elásticas y feas patas. 

A algunas personas le sucede lo que al ciervo de la fábula: No aprecian lo que son y tienen, porque están cegados por un ideal de absoluta perfección, que persiguen y nunca puede alcanzar. 

Se exigen e imponen a sí mismas hacer todo sin el más mínimo fallo, lo que las vuelve vulnerables debido a la continua frustración y malestar que les causa intentar obtener lo imposible. 

El tiempo no les alcanza, porque revisan sus trabajos infinidad de veces, siempre encuentran algún error que subsanar o aspecto que mejorar, o algo que añadir o corregir, y se recrean en los detalles. Sin embargo, nunca están del todo satisfechas con el resultado. 

PERSEGUIR OBJETIVOS FUERA DE LA REALIDAD
El perfeccionismo rígido se origina en un deseo de mejora que es saludable y constructivo en sí mismo, pero que se vuelve problemático al combinarse con el afán por alcanzar metas demasiado elevadas y la preocupación por el concepto que tienen los demás sobre uno mismo.

Es un empeño interminable y continuo en el cual cada tarea se ve como un reto y ningún esfuerzo es lo suficientemente bueno, pese a lo cual se continua intentando desesperadamente evitar errores, alcanzar la perfección y ganar la aprobación de los demás.

Para la psicóloga clínica Cristina Ruiz de Coloma, autora del libro “Atrévase a no ser perfecto”, esta conducta puede actuar como una protección ante el miedo al fracaso, la crítica o la desaprobación. 

Según la experta, “la persona rígidamente perfeccionista sufre problemas, se siente frustrada, triste, irritable e insegura, y vive mal porque realiza las tareas repetidas veces en un intento de mejorarlas, y siente un profundo desasosiego debido a lo que considera como una imperfección, lo cual le lleva a continuar actuando para encontrar un alivio inmediato”.

Son personas que suelen pensar en términos extremos de “todo o nada” o de “lo hago perfectamente o no lo hago”, lo cual limita las actividades que realiza e incluso puede bloquearlas. La preocupación y la indecisión están presentes en todos los ámbitos de su existencia, causándole malestar.

Los perfeccionistas suelen ser muy críticos consigo mismos y nunca se sienten satisfechos del todo con lo que dicen, hacen o dejan de hacer. Su miedo a cometer errores les impide correr riesgos, disminuyendo su capacidad de desarrollo y aprendizaje.

Al experimentar toda tarea como una prueba que refleja su competencia y valía, ante sí mismo y los demás, en ocasiones tiene una baja autoestima, ya que la más pequeña crítica negativa que reciban evidencia lo lejos qué se está de la perfección.

EL MIEDO A FRACASAR PUEDE SER PARALIZANTE
Además, el temor a no satisfacer las expectativas ajenas y sentirse humillado ante los demás, le lleva a abandonar las tareas satisfactorias que emprende, frustrando sus deseos. 

Para Cristina Ruiz de Coloma, “buscar lo perfecto equivale en cierto modo a fracasar, porque el objetivo marcado nunca se alcanza”.

“Hay que liberarse de las cadenas del perfeccionismo y dedicar la energía que requería a relajarse y disfrutar de la vida, ya que es posible vivir con plenitud y felicidad aún sin ser perfecto; es preferible ser imperfecto y feliz”, señala.

Para mantener a raya los rasgos perfeccionistas, la psicóloga aconseja recordar que “es normal ser imperfecto, no es necesario realizar todas las actividades a la perfección para poder obtener satisfacción de ellas”.

La experta recomienda utilizar los errores como parte de un aprendizaje que ayuda a conseguir un mayor crecimiento tanto humano como profesional, limitar el tiempo empleado en alcanzar la perfección, ya que así se puede dedicar más tiempo al ocio y las actividades placenteras.

Según Ruiz Coloma, para comenzar a cuestionar el perfeccionismo y aprender a disfrutar la vida hay que fijarse objetivos realistas y alcanzables, y aumentarlos poco a poco: “la confianza en uno mismo se obtiene al lograr lo propuesto”. 

También conviene observar la satisfacción obtenida en distintas actividades y valorar cómo se han realizado: “así uno se da cuenta de que no hace falta efectuarlas perfectas del todo para disfrutarlas”.

Al evaluar las actividades es mejor concentrarse más en el proceso que en los resultados, los cuales a veces dependen de numerosos factores que están fuera de nuestro control.

Dos consejos adicionales de la experta para dejar de ser un “Don Perfecto”: Valore los aspectos positivos de una tarea, en lugar de concentrase solamente en los negativos, y bajar el nivel de autoexigencia: en vez de intentar el cien por ciento, intente el 80 por ciento y observe el resultado, con el cual se sentirá mejor”.

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