Enfermedades

Un trasplante de corazón era la única forma de salvarse, pero le descubren un tumor cerebral

Esta mujer se sometió a un trasplante de corazón a los 48 años. 

Por Vanesa Rojas

Ann Ramírez es de residente de Torrance, California. Era instructora de gimnasia en forma y activa. Sin embargo a los 48 años empezó a tener  problemas para recuperar el aliento en 2018. 

De acuerdo a la Asociación Americana del Corazón, decidió ver a un médico quien dijo que su presión arterial era muy alta. Un electrocardiograma le reveló que había problemas con los impulsos eléctricos de su corazón.

Aunque tomó medicamentos sus síntomas persistieron. Fue hospitalizada aproximadamente media docena de veces. En 2020, la salud empeoró y su función cardíaca se deterioró aún más. 

Su cardiólogo le dijo que necesitaba  un trasplante de corazón. Ya estaba casi postrada en cama y dependía de un andador y una silla de ruedas para moverse.

SE ENTERÓ QUE TENÍA UN TUMOR EN EL CEREBRO 

Los médicos le diagnosticaron un tumor cerebral del tamaño de una pelota de ping pong.  “Estoy aquí por un trasplante de corazón. No puedo tener un tumor cerebral”.

Primero tuvo que operarse del tumor y luego de recuperarse para entrar en lista de espera para un nuevo corazón. Afortunadamente pudo recibir su trasplante.

Luego de su recuperación, hace ejercicio, cuida su dieta y comparte su historia. Su experiencia ha inspirado a varios de sus amigos y familiares a inscribirse para convertirse en donantes de órganos, 

Un trasplante corazón debe ser donado por alguien que esté clínicamente muerto, pero que permanezca con soporte vital. 

Debe estar en condición normal, sin enfermedades y ser lo más compatible posible con su tipo de sangre tejido. Según Medlineplus, mientras se hace la cirugía la máquina pasa a un sistema de circulación extracorpórea. Hace el trabajo del corazón y los pulmones mientras se encuentran detenidos y le suministra al cuerpo sangre y oxígeno.

Un trasplante de corazón se puede hacer para tratar:

  • Daño grave al corazón después de un ataque cardíaco
  • Insuficiencia cardíaca grave cuando los tratamientos y la cirugía ya no sirvan
  • Anomalías cardíacas graves que estaban presentes al nacer
  • Palpitaciones o ritmos anormales y potencialmente mortales

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